El caso de Michael Jackson y Paul McCartney.
El post del día de hoy trata sobre dos artistas que no necesitan presentación en uno de los casos más famosos dentro del ámbito de los derechos de autor:
Esta situación es una de las historias más conocidas también de la historia de la música, a continuación un repaso breve de su contexto.
Una oportunidad de inversión: los catálogos musicales.
Nos situamos en los años 1981 a 1983, durante las sesiones de grabación del sencillo colaborativo Say, Say, Say entre estos dos artistas, Michael Jackson estaba gozando de prosperidad económica derivada de las ganancias por concepto de royalties que estaba recibiendo a causa de los contratos discográficos que firmó y del éxito comercial de sus EPs, Off the Wall (1978) y Thriller (1982).
En una de esas sesiones, Paul McCartney le comentó que podía ganar mucho más dinero si invertía en otro negocio: comprar catálogos musicales y capitalizar los ingresos pasivos de los royalties.
Es entonces que Michael le dijo que compraría su catálogo algún día a lo que Paul se lo tomó como una broma.
Pero no era broma: así lo hizo.
Empezó tanteando, Michael comenzaba a adquirir catálogos pequeños por la suma de un millón de dólares, asesorado por su abogado John Branca. Esto hizo que empezara a incursionar en el negocio del publishing dando pequeños pasos.
Pero de repente, una oportunidad de beneficio empresarial puro apareció…
En 1985, Michael Jackson y su equipo —liderado por el abogado John Branca— iniciaron conversaciones para adquirir el 100 % de las participaciones (shares/acciones) de ATV Music Publishing.
Las negociaciones se realizaron con Robert Holmes à Court, magnate australiano y propietario de ATV en ese momento.
Michael adquirió; entre los de otros artistas, el catálogo de los Beatles, que comprendía en aquel entonces unas 251 canciones, por la cantidad de 47,5 millónes de dólares (el equivalente a 140 millones de dólares al poder adquisitivo de hoy) que Michael liquidó de su propio dinero.
Esta jugada no le gustó nada al ex-Beatle, que había colaborado con el Rey del Pop en diversas ocasiones, entre ellas dentro del colosal Thriller (disco más vendido de la historia) y en otros sencillos icónicos, como el mencionado párrafos atrás.
El publishing como negocio.
Resulta que Paul McCartney no era el titular de los derechos patrimoniales de autor de las canciones de los Beatles, sino que la titularidad era de una empresa llamada ATV Music, que había adquirido los derechos de composición (letra y música) en 1969 tras comprar Northern Songs, la editorial original del grupo.
ATV Music Publishing tenía la exclusividad para explotar económicamente estas composiciones, recibiendo ingresos por regalías (radio, streaming, conciertos) y licencias (uso en películas, publicidad o similares). Además del catálogo de The Beatles, ATV Music poseía obras de artistas como Little Richard y The Pointer Sisters, lo que diversificaba sus fuentes de ingresos.
Para el titular, estos catálogos representan una fuente de ingresos mayormente pasivos, gestionados por entidades como ASCAP o BMI. Sin embargo, para maximizar ganancias, muchos titulares negocian activamente licencias estratégicas (ej: sincronizar una canción en una película famosa).
Asumiendo que el catálogo incluye obras atemporales (como las de The Beatles o Michael Jackson), el valor suele apreciarse con el tiempo. No obstante, factores como cambios en el mercado o controversias pueden afectar su rentabilidad.
En realidad, Michael adquirió los derechos de exclusiva de alrededor de 4000 composiciones.
La palabra composiciones no está aquí por azar, es porque Michael adquirió los derechos de explotación de las obras, pero no de las grabaciones de los álbumes en sí.
Lo que MJ adquirió fue la editorial (publishing rights), es decir, los derechos de explotación económica como editor, no los masters ni derechos fonográficos, que eran controlados por EMI (ahora parte de Universal Music Group).
Por esto, McCartney le recomendó a Jackson invertir en publishing durante los 80, aunque no anticipó que Jackson iba a hacer lo que hizo, siendo esto un movimiento que fracturó su amistad para la perpetuidad y además, cambió la industria musical para siempre.
La base jurídica: Los derechos patrimoniales de autor.
Los derechos patrimoniales de autor son el corazón del negocio del publishing.
Como explicamos en anteriores publicaciones, los derechos patrimoniales de autor son facultades con carácter de exclusividad para utilizar una obra intelectual con fines orientados hacia la capitalización y la ganancia.
O bien, también se pueden entender como un mecanismo creado para que ante el titular de los derechos patrimoniales de autor los terceros interesados tengan que pagarle una cantidad monetaria para desbloquear el uso de su obra y que el titular permita su explotación económica.
En caso de no realizar el pago, los terceros podrían arriesgarse a enfrentar procesos legales interpuestos por el titular por el uso de las obras, dado que la legislación de propiedad intelectual así lo habilita.
Por este motivo es que el publishing es un negocio lucrativo, si una gran cantidad de personas desean utilizar comercialmente una obra, deben cotizar las licencias o bien pagar royalties que serán recolectados y enviados, entre otras personas, al titular de estos derechos patrimoniales, que puede ser o no el autor moral de las obras (es decir, el que las compuso).
En este caso, Michael Jackson adquirió derechos patrimoniales de autor y no los derechos conexos, reiterando que los masters pertenecían a EMI.

¿Qué hizo Michael Jackson en términos legales?
Explicación hipotética de derecho continental (aplicando legislación costarricense con fines meramente didácticos)
En términos jurídicos, lo que hizo Michael Jackson no fue participar como cesionario de un contrato de cesión de derechos de autor, como se podría pensar.
Lo que él hizo fue una adquisición de empresa y por consiguiente, también adquirió los derechos que esta empresa tenía, es decir, los catálogos de canciones.
Algo muy similar, con la importantísima e imprescindible matización de que no es igual, porque los sistemas jurídicos son diferentes, es lo que encontramos en el Código de Comercio costarricense en su artículo 478. La cita de este artículo es con fines meramente didácticos:
ARTÍCULO 478.- Son elementos integrantes de un establecimiento comercial, para los efectos de su trasmisión por cualquier título: las instalaciones eléctricas, telefónicas y de cualquier otra naturaleza, el mobiliario, la existencia en mercaderías, las patentes de invención y marcas de fábrica, la contabilidad que comprende los archivos completos del negocio, los dibujos y modelos industriales, las distinciones honoríficas y los demás derechos derivados de la propiedad comercial, industrial o artística. La venta de un establecimiento comercial o industrial comprende todos sus elementos, y cuanto forme el activo y pasivo, salvo pacto expreso en contrario.
Lo importante aquí es donde dice derechos derivados de la propiedad comercial, industrial o artística.
Esos derechos sobre obras musicales, cuando corresponden a una universalidad (es decir, un gran número de canciones) es a lo que normalmente se le llama catálogo. El catálogo de ATV Music Publishing tenía un inmenso valor económico por las razones ya expuestas.
Matizaciones con el common law británico.
Como es evidente, el sistema con el que se rigieron estos actos jurídicos no fue el costarricense, por lo que hay que hacer matices con respecto al sistema real que rigió en este caso:
Derecho aplicable
La transacción se rigió por el Companies Act de 1985.
Bundle of Rights (M&A)
En el common law (Reino Unido), no se habla de universalidad de derecho, sino de bundle of rights (paquete de derechos), que dentro del contexto de las adquisiciones de empresas, incluye la totalidad de derechos y obligaciones que conforman una empresa.
Bundle of Rights (copyright)
También existe la figura del Bundle of Rights para estudiar el conjunto de derechos derivados de un copyright, como los derechos patrimoniales y morales de autor. En este caso, vienen incluidos dentro de cada copyright que Michael adquirió junto con el Bundle of Rights de la empresa.
Clasificaciones
Nivel empresarial: Incluye todos los activos y pasivos de ATV Music (contratos, deudas, relaciones comerciales, derechos de propiedad intelectual).
Nivel de copyright: Cada canción del catálogo implica un paquete de derechos patrimoniales (reproducción, distribución, licencias).
Figuras distintas
No existe la figura de establecimiento comercial en el common law, lo que existe es una compra societaria.
Repasando
Cuando Michael Jackson adquirió ATV Music Publishing, adquirió todos sus activos, entendiéndose estos como su catálogo de canciones, entre otras cosas. Y por consiguiente, compró los derechos de las canciones que Paul McCartney escribió.
También hubo riesgo financiero asumido por el Rey del Pop, ya que tenía que estimar un mayor valor a largo plazo que superara los 47,5 millones de dólares desembolsados, más los costos de asumir los pasivos de la empresa (obligaciones), que también se incluyen con la adquisición.
Otra cosa importante es que ATV Music Publishing era una subsidiaria de ATV (Associated Television Corporation), y Jackson adquirió el 100% de sus acciones por lo que tenía un control absoluto sobre todos los activos de la empresa, entendiéndose entre ellos como el catálogo de canciones.
Es importante matizar que los derechos seguían siendo de ATV Music, pero Michael Jackson, como dueño de la empresa, controlaba esa titularidad indirectamente a través de la sociedad y como era el único accionista, recibía el 100% de sus ganancias efectivas.
Reiterando, en términos jurídicos lo que Michael Jackson hizo fue una adquisición de ATV a través de acciones (share deal). Adquiriendo la empresa también adquirió los derechos de todo un catálogo y en ese catálogo estaban la mayoría de las canciones publicadas de Paul McCartney, que compuso durante su tiempo en The Beatles.

¿Qué implicaciones tuvo esta movida?
Que Michael Jackson fuera el nuevo dueño de esos catálogos musicales significaba, entre otras cosas.
En derechos de distribución:
- Las emisoras pagan a sociedades de gestión (como ASCAP o BMI en EE.UU., PRS en Reino Unido), que luego distribuyen regalías a los titulares de derechos. Michael, como dueño del catálogo editorial, recibía la parte correspondiente a los derechos de autor (compositor/editor), no por la grabación (intérprete o sello discográfico).
- Michael recibía el royalty editorial por la composición cada vez que se vendía una copia (vinilo, CD, etc.) de una canción del catálogo. Pero no recibía el ingreso total de la venta, ya que eso se dividía entre el sello discográfico (por el máster), el artista (intérprete) y los editores (por la composición).
Comunicación pública
- Al interpretar en vivo una canción, los organizadores pagan derechos de ejecución pública que son recolectados por sociedades como BMI/ASCAP. Parte de eso iba al editor, es decir, a ATV (propiedad de Michael). Así, si Paul tocaba una canción de The Beatles que él coescribió, una parte de los royalties editoriales efectivamente iba a ATV/Michael Jackson.
Licenciamiento y grabación de las obras
- Que para obtener las licencias de sincronización (para que las canciones aparecieran en películas o series) había que pagarle a Michael.
- Que Michael podía regrabar todas las composiciones adquiridas de las que Paul haya sido autor, es por esto que en HIStory: Past, Present & Future, está un cover de Come Together, canción originalmente escrita por Paul y John. Al ser el dueño del catálogo es que Michael, en este caso, no solo no tenía que pagar derechos a un tercero, sino que además se pagaba a sí mismo (o a su propia empresa editorial).
Todo esto lo capitalizaba Michael a través de ATV Music Publishing.
Prácticamente, esta fue una movida de negocios que desde el punto de vista de Michael, lo dejaba en una posición de ventaja absoluta frente a todos los autores morales de las canciones del catálogo.
En conclusión.
Michael Jackson adquirió ATV Music Publishing mediante una compra societaria regulada por el Companies Act británico, obteniendo el bundle of rights sobre canciones de The Beatles. Jurídicamente, en cuanto a sus efectos es muy similar a la transmisión de un establecimiento comercial bajo el Art. 478 costarricense, donde los derechos artísticos se transfieren como universalidad. Al comprar el 100% de las acciones, Jackson asumió pasivos pero capitalizó regalías eternas, convirtiéndose en el businessman detrás del legado musical de sus propios mentores.
En realidad no fue que Michael Jackson «comprara» a the Beatles como marca o que le comprara los derechos a Paul McCartney directamente, lo que ocurrió fue que Michael adquirió los derechos sobre una empresa que tenía los derechos patrimoniales de autor de muchos artistas, entre ellos los de la mayor parte de las canciones de the Beatles.
Esta es una de las movidas empresariales más icónicas y famosas en la historia de la industria musical.
Es por esto que tiene relevancia incluso a día de hoy, a pesar de los vertiginosos cambios en la forma en la que se produce, consume y escucha la música.
Este caso también abre un debate acerca de si Michael fue ético en su actuar al comprar las canciones de Paul.
Indpendientemente de eso, lo cierto es que es un caso del que se puede aprender mucho y es innegable la astucia empresarial de Michael Jackson y su equipo al realizar estos actos.
Como nota final, cabe recalcar que este post se limita a los eventos ocurridos antes y durante la compra de ATV Music, no trata sobre lo ocurrido después con Sony Music en 1995.
¿Qué opina de este caso? ¡Coméntelo libremente!
Referencias
- A Friendship Fractured: How Michael Jackson’s Purchase of The Beatles’ Catalog Changed Everything
- Michael Jackson Pays $40 Million for ATV Music : Beatles Song Catalogue Acquired
- How Michael Jackson Bought the Publishing Rights to the Beatles’ Song Catalog at the Advice of Paul McCartney
- Buying The Beatles: Inside Michael Jackson’s Best Business Bet.